jueves, 26 de junio de 2014

Perdida.

Corría con todas mis fuerzas hacia un lugar desconocido. No sabía a dónde iba; lo único que pensaba era en huir. Huir de aquel temible monstruo, y con él, todos los insultos, todos los pensamientos macabros, todas mis ganas de llorar y las lágrimas derramadas...
Desconcentrada como estaba, no me di cuenta de que a pocos metros de mi había un ya muy viejo tronco tumbado en el suelo. No me dio tiempo a saltarlo, por lo que caí.
Desesperada me arrastré rápidamente hacia el árbol más cercano.
El monstruo frenó y me miró a los ojos. Sonrió.
Lo siguiente que recuerdo fue ver mi cuerpo sin vida en el suelo.
Estaba perdida.